¿Qué Comer para Cuidar tu Salud Íntima? 5 Alimentos Clave para el Suelo Pélvico

Sí. Así, tal cual.
No es solo cuestión de hacer ejercicios de Kegel.
La forma en que te alimentas puede ayudarte (o perjudicarte) más de lo que imaginas.
Porque el estreñimiento, la inflamación o la deshidratación no solo dan molestias digestivas.
También castigan a tus músculos pélvicos.
Aquí van cinco alimentos —cinco de verdad— que deberías tener en tu dieta si quieres cuidar tu salud íntima desde el plato.
1. Fibra: la reina del tránsito intestinal
Si te pasas días sin ir bien al baño, tu suelo pélvico lo nota.
Hacer fuerza crónica al defecar es como empujar una pared con los músculos más delicados del cuerpo.
Evítalo con frutas como la manzana, la pera, con verduras de hoja verde y con cereales integrales de verdad.
Menos procesado, más natural. Y tu cuerpo lo agradece.
2. Magnesio: el mineral que relaja lo que tú tensas
Tu suelo pélvico no solo necesita fuerza.
También necesita saber soltar.
El magnesio ayuda a relajar la musculatura y puede aliviar molestias pélvicas.
Lo tienes en almendras, espinacas, plátano. Fácil de incluir, clave para tu bienestar.
3. Proteínas: la gasolina del músculo
Los músculos se regeneran con proteínas.
Y el suelo pélvico es músculo. Aunque nadie te lo diga así de claro.
Incluye huevos, pescado azul, carne magra…
Y si son ricos en omega-3, mejor aún. Ayudan a desinflamar y fortalecer.
4. Probióticos: tus bacterias también cuentan
Un intestino equilibrado es un suelo pélvico más feliz.
Y aquí entran los probióticos.
Yogur natural, kéfir, chucrut, miso...
No son moda. Son microbioma. Y el microbioma influye en tu salud digestiva, urinaria y vaginal.
5. Agua: no, el café no cuenta
Tu vejiga necesita hidratación.
Si no bebes suficiente agua, los músculos se fatigan más. Y la orina se concentra, irrita y molesta.
Bebe agua. Y come alimentos con alto contenido en agua: pepino, sandía, naranja.
Es más sencillo de lo que parece. Y mucho más efectivo de lo que te han contado.
Cuidar tu suelo pélvico empieza por tu plato.
No necesitas suplementos raros ni dietas de moda.
Solo prestar atención a lo básico.
Y si ya tienes síntomas, no lo dejes pasar.
Una buena alimentación ayuda, pero no reemplaza un diagnóstico ni un tratamiento personalizado.


