¿Y si te dijera que tu suelo pélvico funciona como una hamaca?

Mira.
Tu suelo pélvico no se ve. No sale en las fotos. No se luce en bikini.
Pero lo sostienes todo con él.
Literalmente.
Órganos, estabilidad, control… y sí, también el placer.
Imagínatelo como una hamaca.
Una hamaca bien tensada, firme, elástica. Capaz de aguantar peso, presión, movimiento.
Así debería funcionar tu suelo pélvico.
¿Qué es, exactamente?
Es un conjunto de músculos y ligamentos que sujetan los órganos pélvicos: vejiga, uretra, recto… y en mujeres, también el útero y la vagina.
No hace ruido. No pide protagonismo. Pero si se debilita… lo notas.
Y vaya si lo notas.
Como cuando una hamaca cede y te caes de espaldas: escapes de orina, sensación de peso, presión, urgencia, dolor, dificultad para vaciar…
Y por si fuera poco, menos sensibilidad. Menos placer. Menos disfrute.
¿Sabías que un suelo pélvico activo mejora la irrigación, la sensibilidad y la intensidad del clímax?
No es magia. Es anatomía.
Esto no va solo de aguantar las ganas de orinar.
Va de salud. De seguridad. De placer.
De sentirte tú.
¿A quién afecta?
A todos. Pero sobre todo a mujeres que han pasado por embarazos, partos o están en la menopausia.
Y en hombres, después de cirugías de próstata o situaciones de presión abdominal crónica.
La buena noticia: se puede reforzar.
- Con ejercicios específicos (como los famosos Kegel… bien hechos).
- Con fisioterapia del suelo pélvico.
- Con buenos hábitos posturales, digestivos, sexuales.
- Y con tratamientos médicos adaptados a cada caso.
No es solo salud urinaria.
También es salud sexual.
Y calidad de vida.
Así que no, no es un tema menor.
Es uno de esos temas que, cuando lo trabajas, cambia tu día a día… y tus noches.
¿Te gustaría saber cómo activarlo para mejorar también tu placer?
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