No es la edad. Es tu suelo pélvico pidiendo ayuda

Si tienes que empujar para orinar…
Si haces fuerza cada vez que vas al baño…
Si se te escapa “solo una gotita” al reírte o correr…
No es la edad.
Y tampoco es normal.
Es tu suelo pélvico pidiendo auxilio. En silencio.
“Me pasa desde hace tiempo, pero como solo es una gotita, no le di importancia.”
Eso me dijo una paciente en consulta.
Y lo entiendo. Porque nadie nos enseña a escuchar el cuerpo cuando habla bajito.
Hasta que grita.
El suelo pélvico no se rompe de golpe.
Se debilita con pequeñas costumbres del día a día.
Esas que parecen inocentes, pero van dejando huella.
Vamos a hablar claro.
Empujar para orinar: mal plan
Orinar no es un acto de fuerza.
Cuando haces esfuerzo para vaciar la vejiga, en realidad la estás bloqueando.
¿El resultado? Descoordinación. Y un suelo pélvico que se tensa cuando debería relajarse.
Piensas que ayudas. Pero estás complicando las cosas.
Estreñimiento: el enemigo silencioso
Si tienes que empujar cada vez que vas al baño, tu suelo pélvico lo nota.
Músculos sobrecargados. Presión constante.
Y como cualquier estructura forzada, llega un día en que cede.
Ese día puede venir en forma de incontinencia. Prolapso. Dolor.
Y todo empieza con ese “llevo días sin ir al baño”.
Saltos, abdominales, impacto… ¿sin control?
El ejercicio es salud.
Pero si haces running, abdominales o saltos sin tener una buena base funcional, el suelo pélvico lo sufre.
No se ve. No duele al momento. Pero se acumula.
Como quien pisa el acelerador con el freno de mano puesto.
Al final, se rompe algo.
“Solo es una gotita”
Esa gotita no es una anécdota. Es una señal.
Una alerta temprana de que algo no va como debería.
Y si la ignoras, el problema crece. Literalmente.
Tu cuerpo no te está fallando. Te está hablando.
No activar el abdomen por miedo: otro error común
Muchas pacientes evitan trabajar el abdomen “por si acaso”.
Pero aquí va algo que deberías saber: el abdomen y el suelo pélvico trabajan en equipo.
Si uno se apaga, el otro se sobrecarga.
No se trata de no hacer.
Se trata de saber cómo hacer.
Cada gesto, cada hábito, cada “esto no es nada”… suma.
Y aunque el suelo pélvico no grite al principio, llega el momento en que el cuerpo te pasa la factura.
Una factura que puede evitarse si prestas atención a tiempo.
👉 ¿Te suena alguna de estas situaciones?
No estás sola. Y no tienes por qué resignarte.
🎯 Reserva una consulta si quieres recuperar el control de tu cuerpo.
📱 O sígueme en Instagram para aprender, entender y dejar de normalizar lo que no lo es.
Tu salud íntima también merece atención.








